viernes, 31 de agosto de 2012


El pasadizo secreto


Martín, Daniela, Sofía y yo; somos chicos muy simpáticos, creativos e imaginativos; con mis compañeros estábamos corriendo, por el patio de la escuela, la llamada “St. Victoria”. Entramos a clase, como todos los miércoles. Por la puerta  asomó la cabeza del Sr. director Todd Cronenberg:
—Buenos días, Srita. Mercedes, buenos días, alumnos; preciso retirar a tres
alumnos.— dijo el director con voz grave.
—Claro que si, Sr. Director.— agregó la maestra obedeciendo.
—Escobar, Martínez y Jiménez, acompáñenme. — comento el director
en un tono enojado.
 Fuimos tras él, pero sabíamos que un castigo nos esperaba en
la dirección.
—Niños, díganme, ¿que hicieron?
—Nosotros no hicimos nada, Todd— afirmo Daniela.
—En primer lugar, ya les dije que para los alumnos, soy el Sr. Director; y
en segundo lugar, Pilar vino llorando a decirme que ustedes estaban por
darle un puñetazo; ¿es correcto eso?
—Señor, le juramos que nosotros no fuimos— agregué.
—Niños, aunque lo nieguen, sé que fueron ustedes, llevo muchos años
como director.
Nos llevó hacia el salón de castigos y allí nos dejó.
Ya habian pasado dos horas, mis amigos estaban durmiendo, pero de
repente, detrás de un viejo cuadro lleno de polvo, descubrí un
pasadizo secreto.
—¡¡¡Chicos!!! ¡Miren lo que descubrí!— Dije emocionadamente
—¿Qué pasó? — preguntó Daniela
—¿Estas bien? — agregó Martín en tono preocupado
—No se preocupen, estoy bien; pero miren lo que descubrí. ¡Vamos
vengan!
—¡Oh! ¿Qué es eso? — se preguntaron Daniela y Martín.
—No lo sé, pero hay que averiguarlo, ¿vamos?
—¡Claro! —Pensaron en voz alta Daniela y Martín.
Los tres entramos, era un paisaje raro, y empezaba a asustarme, había trolls, brujas, ovnis, centauros y otros seres que venían de mundos desconocidos. Comenzamos a caminar por esos caminos de tierra, había cabañas abandonadas, árboles tenebrosos, ruidos extraños y animales verdaderamente exóticos, estábamos muy asustados, no veíamos la hora de irnos, pero ya no había vuelta atrás. Para volver a nuestro pueblo deberíamos pasar una serie de pruebas. Nos quedamos observando minuciosamente cada rincón de ese lugar. Luego llegó un centauro que nos guió hacia unas cabañas en las que íbamos a pasar varias noches, nos imaginábamos unas cabañas lujosas a diferencia de las otras, pero no era así eran aún peor que todas las demás…
Dormimos allí toda la noche; al día siguiente un ruido extraño nos despertó, era el señor Strujenbajen, le abrimos la puerta, era  raro, de ojos saltones, y un poco bajo…
—Es hora— dijo Strujenbajen
—¿Hora de qué?— preguntamos los tres al unísono.
—Es hora de empezar la prueba Nº 1. Síganme

Eso mismo hicimos, lo seguimos, nos llevó por un sendero, muy oscuro, estaba helado allí. Pero nuestro objetivo era volver, así que haríamos lonecesario.
—Llegamos— dijo Strujenbajen. —Ahora lo que deben hacer es escalar
esa montaña que ven allí.
—Bien, haremos lo que sea para regresar— agregué rápidamente.
Inmediatamente fuimos a escalar aquella montaña. Al principio nos asustamos de tan alta que era, pero con valentía y ayuda entre nosotros
 la escalamos. Teníamos fe en cada uno de nosotros, pero, de repente, la soga comenzó a ponerse resbalosa. Como buen equipo nos ayudamos
entre todos, y al final subimos De repente, pasó un águila que quiso
atacarnos.  Nos escondimos en una cueva que estaba en la cima
de la montaña, por suerte no logró vernos, pero ya estábamos listos,
para nuestro segundo desafío.
—Ya llegamos ¿cual es nuestra segunda prueba?
—¡Muy Bien! La segunda prueba consiste en lo siguiente: deberán cruzar
ese puente movedizo al cual le faltan varios tablones.
—Bien, lo haremos— Respondimos
Fuimos directamente para aquel puente, pero se movía demasiado,
tuvimos que ayudarnos entre todos para llegar, fue un tanto difícil, pero
lo logramos. Apenas llegamos nos esperaba Strujenbajen.
—Chicos, debo felicitarlos, ¡Lo lograron!
—Así es; como un buen equipo. ¡Todos para uno y uno para todos!
—Como recompensa les doy lo que querían, el portal para volver a casa
Lo extrañaremos, señor, y muchas gracias…
Yo también los extrañaré y de nada.
¡Adiós, niños!
¡Adiós, señor!
Y de esta manera pudimos volver a nuestro lugar; el director nos perdonó y
los llevó a clase y nosotros prometimos no hacer nunca mas nada
incorrecto.

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